Llegó a la Comunidad de Varginha, asentada en la favela "Ciudad de Dios", abrazando con ésta todas las periferias de Brasil y del mundo. El Papa Francisco subrayó que “no es la cultura del egoísmo, del individualismo, que muchas veces regula nuestra sociedad, la que construye y lleva a un mundo más habitable, sino la cultura de la solidaridad; no ver en el otro un competidor o un número, sino un hermano”. “Ningún esfuerzo de ‘pacificación’ será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma”.
A los habitantes de Varginha - y con ellos a todos los habitantes de las periferias existenciales del mundo- el Papa les repitió que no están solos. “La Iglesia está con ustedes, el Papa está con ustedes. Llevo a cada uno de ustedes en mi corazón y hago mías las intenciones que albergan en lo más íntimo: la gratitud por las alegrías, las peticiones de ayuda en las dificultades, el deseo de consuelo en los momentos de dolor y sufrimiento”.
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