"En aquel tiempo Juan predicaba diciendo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»" Marcos 1, 7-11.
Al celebrar la solemnidad del Bautismo del Señor, S.S. Benedicto XVI comentó la lectura del salmo de Isaías al que los fieles responden: "Sacaremos agua con alegría de las fuentes de la salvación". "Como personas adultas -dijo- nos hemos comprometido a acudir a las fuentes buenas, por nuestro bien y el de aquellos confiados a nuestra responsabilidad; en particular vosotros padres, padrinos y madrinas, por el bien de estos niños. ¿Y cuáles son "las fuentes de la salvación"? Son la Palabra de Dios y los Sacramentos".
"Los adultos -prosiguió- son los primeros que tienen que beber de estas fuentes para guiar a los más jóvenes en su crecimiento. Los padres deben dar tanto, pero para dar tienen necesidad, a su vez, de recibir; de lo contrario, se vacían. Los padres no son la fuente, como tampoco lo somos nosotros, los sacerdotes: somos más bien canales, a través de los cuales debe pasar la linfa vital del amor de Dios. Si nos alejamos de la fuente (...) no somos capaces de educar a los demás".
"La primera y principal educación se realiza a través del testimonio", subrayó el pontífice, pasando a explicar el evangelio que habla de San Juan Bautista. "Un gran educador de sus discípulos porque los condujo al encuentro con Jesús, del cual dio testimonio (...) El verdadero educador no liga a las personas a sí mismo, no es posesivo. Quiere que su hijo, o su discípulo aprenda a conocer la verdad y establezca con ella una relación personal. El educador cumple su deber hasta el final, no hace faltar su presencia atenta y fiel; pero su objetivo es que el educando escuche la voz de la verdad (...) y la siga en un camino personal".
"La primera y principal educación se realiza a través del testimonio", subrayó el pontífice, pasando a explicar el evangelio que habla de San Juan Bautista. "Un gran educador de sus discípulos porque los condujo al encuentro con Jesús, del cual dio testimonio (...) El verdadero educador no liga a las personas a sí mismo, no es posesivo. Quiere que su hijo, o su discípulo aprenda a conocer la verdad y establezca con ella una relación personal. El educador cumple su deber hasta el final, no hace faltar su presencia atenta y fiel; pero su objetivo es que el educando escuche la voz de la verdad (...) y la siga en un camino personal".
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