Entonces puede ser
que no guste de alguien por amor a Dios o por egoísmo. Después de examinarnos,
a ciencia cierta llegaremos a la conclusión que comúnmente el desagrado y rechazo
a una persona cercana no es por amor a Dios.
Cuando alguien cercano
me desagrada es el momento ideal para la práctica de la virtud, y
particularmente puede ser la virtud de la Caridad. La Caridad es una virtud
sobrenatural infundida por Dios en nuestra alma, con la que amamos a Dios por
Sí mismo sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por amor de
Dios.
Detengámonos en
esta ocasión para considerar esa caridad apenas con los más próximos, es decir
con la personas que están a nuestro alrededor, que pueden ser familiares, amistades,
compañeros de trabajo o de clase, hermanos de comunidad, etc.
Por lo regular la
práctica de esta virtud se nos presenta fácil cuando la practicamos con quien
nos agrada y difícil con quien nos desagrada, es natural. Pero justamente la
palabra virtud viene del latín virtus
que se traduce como fuerza, potencia, etc.
Es con fuerza, es con esfuerzo, que tenemos que practicar cualquier
virtud, en este caso la virtud de la caridad, que para que sea perfecta y
meritoria como cualquier otra virtud hay que tener en cuenta siempre la intervención
de la Providencia, de esta manera tenemos que “poner todos los medios como si
todo dependiese de uno, pero confiando totalmente en Dios” [1].
Para ejemplificar vivamente
nuestra conclusión les trasmito un escrito de Santa Teresa de Lisieux:
Hay en la comunidad
una hermana que tiene el talento de desagradarme en todo. Sus modales, sus
palabras, su carácter me resultan sumamente desagradables. Sin embargo, es una
santa religiosa, que debe de ser sumamente agradable a Dios.
Entonces, para no
ceder a la antipatía natural que sentía, me dije a mí misma que la caridad no
debía consistir en simples sentimientos, sino en obras.
Me dediqué a
portarme con esa hermana como lo hubiera hecho con la persona a quien más
quiero. Cada vez que la encontraba, pedía a Dios por ella, ofreciéndole todas
sus virtudes y sus méritos.
Sabía muy bien que
esto le gustaba a Jesús, pues no hay artista a quien no le guste recibir
alabanzas por sus obras. Y a Jesús, el Artista de las almas, tiene que gustarle
enormemente que no nos detengamos en lo exterior, sino que penetremos en el
santuario íntimo que él se ha escogido por morada y admiremos su belleza.
No me conformaba
con rezar mucho por esa hermana que era para mí motivo de tanta lucha. Trataba
de prestarle todos los servicios y favores posibles; y cuando sentía la
tentación de contestarle de manera desagradable, me limitaba a dirigirle la más
encantadora de mis sonrisas y procuraba cambiar de conversación.
[…] Con frecuencia también, fuera de la recreación (quiero decir durante
las horas de trabajo), como tenía que relacionarme con esta hermana a causa del
oficio, cuando mis combates interiores eran demasiado fuertes, huía como un
desertor.
Como ella ignoraba
por completo lo que yo sentía hacia su persona, nunca sospechó los motivos de
mi conducta, y vive convencida de que su carácter me resultaba agradable.
Un día, en la
recreación, me dijo con aire muy satisfecho más o menos estas palabras:
"¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que la atrae
tanto en mí? Siempre que me mira, la veo sonreír". ¡Ah!, lo que me atraía
era Jesús, escondido en el fondo de su alma... Jesús, que hace dulce hasta lo
más amargo...” [2]
Entonces ¿qué hacer cuando alguien me desagrada?, ese es
el momento para practicar la Virtud.
Redacción
Heraldos Info
[1] San
Ignacio de Loyola.
[2] Santa Teresa de Lisieux,
carmelita, Doctora de la Iglesia (1873-1897). Manuscritos autobiográficos. (Dedicado
a la Madre María de Gonzaga manuscrito "c" capítulo x la prueba de la
fe, 18961897)
Gracias!!
ResponderEliminarDTB!!
La convivencia humana después del Pecado Original se tornó difícil… No es por acaso que Nuestro Señor nos dejó el mandato: “Ámense los unos a los otros, como Yo los he amado.” y sobretodo nos dejó su Ejemplo, ejemplo de soportar todo hasta la muerte.
ResponderEliminar¡Ah cuán difícil se nos presenta la práctica de la caridad cuando alguien nos resulta especialmente antipático! Esa es la gran prueba, porque significa enaltecer la caridad en su máxima expresión.
ResponderEliminarEs difícil, pero vale la pena, porque muchas veces detrás de la ruidosa presencia de un antipático está la necesidad suprema de ser escuchado y amado.
Es así realmente. Comparto su idea.
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